Folletos de mano de cine

El souvenir de la cinefilia
¿Quién no recuerda aquellas veladas interminables, con sesiones de dos y hasta tres películas, de los cines de barrio? Bueno, tal vez las personas nacidas en este siglo o a finales del anterior no sepan de lo que hablo, pero los demás seguro que sí: el cine era entonces un entretenimiento asequible que permitía disfrutar de toda una tarde (o mañana, pues había matinales) de excitantes aventuras.
Si nos retrotraemos un poco más en el tiempo, recordaremos que esas películas venían acompañadas por programas de mano, unos panfletillos con alguna imagen y la sinopsis de la película que íbamos a ver, los cuales se entregaban en la puerta del cine y la chavalada los coleccionaba con la misma avidez con la que coleccionaba posters y todo lo relacionado con el séptimo arte.

Piezas de coleccionismo
Desde que desaparecieran a finales de los años 70, los folletos de mano de cine se han convertido en cotizadas piezas de coleccionismo. Las fotos de aquellas películas de aventuras, romance o comedia, sus colores chillones, su diseño naif y el recuerdo de una época añorada, hacen de estos pedazos de papel impreso un reclamo para anticuarios e investigadores del séptimo arte, así como para aficionados al cine que no dudan en contactar con proveedores de todo el globo para localizar la pieza perfecta para completar su colección.
Pero no creas que estamos hablando de una de estas materias reservadas a caprichosos potentados o personas que invierten su fortuna buscando piezas de valor incalculable. Si tú también estás pensando en hacerte con unos folletos de mano, no te dejes impresionar por lo anterior: es perfectamente factible comenzar tu colección invirtiendo menos de 1€. Ahora bien, si lo que buscas es una rareza o una pieza especial, puedes llegar a desembolsar más de 100€. ¡Es la ley de oferta y demanda!

Recuerdo de otros tiempos
Es lógico hoy en día añorar los tiempos de las salas de cine suntuosas, con sus pesados cortinajes y su acomodadora. Aquellos enormes recintos que suponían el centro de la diversión popular. Tiempos en los que conceptos como el home cinema o el DVD eran ciencia ficción y en los que la fantasía sólo tomaba forma cuando se apagaban las luces y el rollo de la película comenzaba a correr.
Este tipo de coleccionismo sólo viene a dar respuesta a esa nostalgia, ese deseo de regresar a un tiempo en el que la magia se vestía de ritual, se acompañaba de ingenua emoción y se sazonaba con auténticas palomitas recién salidas del humeante pote.