Se puso el sol. Tras el breve crep sculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los ltimos rumores de la tierra so olienta, y el viajero sigui adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el c sped traza el constante pisar de hombres y brutos, y sub a sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos, hayas y robles. (Ya se ve que estamos en el Norte de Espa a.)