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SynopsisJesús, según los evangelios, sanaba imponiendo sus manos a los enfermos. Se acepte o no su naturaleza divina, es sabido que las manos irradian una gran cantidad de energía (en ello se basa la famosa técnica del reiki), pero de esa certeza vino una incesante controversia. ¿Puede alguien sanar a otro, por fuera de las prácticas de la medicina tradicional? Sugestión, negocios, milagros, charlatanería... Numerosas fueron y son las explicaciones para afirmar o negar semejante fenómeno, y condenar o venerar a sus hacedores. Las curaciones llevadas a cabo por algunos sacerdotes católicos, registradas desde hace siglos, han pesado a la hora de su canonización, pero la Iglesia Católica prefiere no ser muy efusiva al mencionar otras, más numerosas aun que las "oficiales". Mauro E. Lombardi da cuenta aquí de algunos de esos "curas sanadores", como el legendario "Pío de Pietrelcina, en Italia, o el padre Mario Pantaleo, en Argentina; el colombiano Alfonso Uribe Jaramillo y el estadonudense, venerado en México, Thomas Mitchell, por solo mencional algunos. Pero también menciona a los laicos consultados por personalidades de todo el mundo, y a los probados simuladores y mentirosos, algunos de los cuales gozan de notoriedad. Lombardi también se aboca a cuestiones básicas como qué es la salud y qué la enfermedad, y cómo los males del cuerpo parecen retroceder ante los bienes de la fe., Jes s, seg n los evangelios, sanaba imponiendo sus manos a los enfermos. Se acepte o no su naturaleza divina, es sabido que las manos irradian una gran cantidad de energ a (en ello se basa la famosa t cnica del reiki), pero de esa certeza vino una incesante controversia. Puede alguien sanar a otro, por fuera de las pr cticas de la medicina tradicional? Sugesti n, negocios, milagros, charlataner a... Numerosas fueron y son las explicaciones para afirmar o negar semejante fen meno, y condenar o venerar a sus hacedores. Las curaciones llevadas a cabo por algunos sacerdotes cat licos, registradas desde hace siglos, han pesado a la hora de su canonizaci n, pero la Iglesia Cat lica prefiere no ser muy efusiva al mencionar otras, m s numerosas aun que las "oficiales". Mauro E. Lombardi da cuenta aqu de algunos de esos "curas sanadores", como el legendario "P o de Pietrelcina, en Italia, o el padre Mario Pantaleo, en Argentina; el colombiano Alfonso Uribe Jaramillo y el estadonudense, venerado en M xico, Thomas Mitchell, por solo mencional algunos. Pero tambi n menciona a los laicos consultados por personalidades de todo el mundo, y a los probados simuladores y mentirosos, algunos de los cuales gozan de notoriedad. Lombardi tambi n se aboca a cuestiones b sicas como qu es la salud y qu la enfermedad, y c mo los males del cuerpo parecen retroceder ante los bienes de la fe.