Monedas extranjeras

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Monedas extranjeras: pedazos de historia en cobre y níquel 

La numismática, además de una interesantísima disciplina auxiliar de la Historia, es una afición divertida, sencilla y relativamente económica que nos permite conocer muchos aspectos de la cultura, la geografía y la historia de diferentes países. Iniciar una colección de monedas extranjeras es tan sencillo como ir guardando y clasificando todas las que caigan en nuestras manos, ya sea a través de nuestros propios viajes, como de los de familiares y amigos. Otras vías de adquisición de monedas extranjeras son los mercadillos, las subastas, las tiendas especializadas, las asociaciones numismáticas, el intercambio con otros coleccionistas y, cómo no, Internet. 

Una colección bien definida y organizada 

En cualquier caso, antes de empezar a acumular monedas sin orden ni concierto, es recomendable que definamos mínimamente qué es lo que vamos a coleccionar, teniendo en cuenta tanto nuestros intereses como nuestra economía. Hay quien se especializa en monedas antiguas, de determinados países, de temáticas específicas como los mundiales de fútbol y quienes también se interesan por coleccionar billetes... Una vez que sepamos a qué tipo de monedas nos vamos a dedicar, será interesante hacernos con algún catálogo que nos guíe a la hora de ir haciendo nuevas adquisiciones y de clasificarlas y valorarlas adecuadamente. No es necesario que realicemos un gran desembolso en este aspecto, ya que es relativamente fácil encontrar económicas ediciones antiguas o de segunda mano, aunque en ese caso deberemos tener en cuenta que parte de la información puede estar algo desfasada. Otros artículos que tendremos que adquirir para manejar y disfrutar de nuestra colección serán un tapete blando sobre que el situar las monedas durante su manipulación, álbumes o bandejas para guardarlas, unas pinzas de punta blanda y una o dos lupas para observar tanto las monedas en su conjunto como sus detalles. 

El valor de una moneda 

En cuanto a las monedas en sí, debemos saber que sus precios se determinan por factores extrínsecos, como la rareza de la pieza y su demanda en el mercado, e intrínsecos, como el metal del que esté fabricada, su antigüedad y su grado de conservación.
Además de las monedas en circulación, que pueden estar mejor o peor conservadas por el uso, en el mercado podemos encontrar pruebas (monedas no acuñadas para su utilización y destinadas directamente al coleccionismo), flor de cuño (troqueladas por un cuño nuevo y absolutamente perfectas) y sin circular (también perfectas pero con los relieves algo más suaves). Hacernos con unas u otras dependerá, obviamente, de las monedas que tengamos en nuestro bolsillo y de cuántas queramos gastar.
 

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